jueves, 23 de diciembre de 2010

Di-"fama", que algo queda

Algunos creen que para tener estilo y elegancia hace falta ser y comportarse como Meryl Streep en “La muerte os sienta tan bien” o  “El diablo se viste de Prada”, y esa tontería no es imprescindible, ni mucho menos…¡pero ayuda bastante!. Puede decirse que “comportarse como una diva” está tan pasado de moda…¡qué vuelve a llevarse!

Yo he visto toda esa clase de películas cien veces, o como mínimo mil. Memorizo todos los textos y gestos de estas divas. Me visto copiando torpemente algún modelo de los que sacan, os recomiendo a vosotras que lo hagáis, alguno que os haya impresionado de manera especial, y me voy a una calle concurrida (si sois de un pueblo de veinte habitantes tendréis que viajar a la capital, es imprescindible, además, ¿qué narices hacéis viviendo en un pueblo medio abandonado?¿estáis locas o qué?¿para qué queréis tener elegancia allí?¿para que os admiren las cabras?, pues a lo que iba, que me liáis, id allí y comenzad a interpretar a gritos los pasajes más absurdos, yo intento incluso imitar el tono de voz de la diva…jajaja me acuerdo aquel día que..y ese otro cuando..jajaja, no puedo ni continuar escribiendo cada vez que lo recuerdo. Uno de los personajes al que más he imitado hasta la saciedad ha sido a Marisa Paredes, sus morbosas ocurrencias en sus papeles de malvada o histérica, he incluso alguien me comentó que me daba un aire cuando me ponía aquella peluca  rubia y cardada, en fin.

Mujeres de España: si queréis llegar a ser glamourosas como auténticas divas, tenéis que comportaros como tales, independientemente de que aún no lo seáis. Tenéis que creéroslo, tenéis que engañaros a vosotras mismas. Si conseguís engañaros a vosotras mismas, que en el fondo sabéis que nos sois más que unas “quieroynopuedo”, será mucho más fácil engañar también a los demás.

Yo antes era una de esas, pero ahora, siempre llevo encima un espejo de mano, para poder proferir exabruptos en cualquier momento y en cualquier lugar, sí, porque es imprescindible, importantísimo verbalizar tus deseos. Yo grito todos los días frente al espejo, después de empaparme la cara en La Prairie, Canebo o…esa otra …¿cómo era? ah sí, Delyplus: “¡quiero ser elegante!, ¡mierda, quiero tener glamour!,¿por qué otras jodidas zorras pueden y yo no!, ¡quiero ser sofisticada y excesiva!". Un pequeño síndrome de Torette anima mucho. A muchas no os servirá de nada, pero seguro que os desahoga bastante.

Yo hago siempre gala de un vocabulario exquisito –estudié en los mejores colegios, en Las Esclavas-, pero he de reconocer que gritar “¡Mierda, cipote, coño, comisión de investigación, cabrón, pato al bambú con setas chinas, cojones, nacionalistas, putón, COPE, cipote!”, relaja un montón. Ah, he “repetido” “cipote”, pero no ha sido por un atracón, precisamente, se ha tratado de un lapsus bien orquestado por mi goloso y nunca satisfecho subconsciente.

Así que ya sabéis, amigas, si os queréis sentir mejor, miraros a un espejo –anodino, ni encantado ni nada-, y chillar como las locas, porque sí. Esta fórmula también es válida para los que desean triunfo y rconocimiento. Ya lo dice el dicho popular: “ di-“fama”, que algo queda”.

Continuaré…

Besos para tod@s y muchas felicidades en estas fechas tan señaladas y en especial para aquellas personas que pasan por aquí, y leen a esta loca, pero como ya dijo alguien…”tu arme caso, estoy to loca”, ¡pues eso!

Palabra de Triniti Graun

jueves, 18 de noviembre de 2010

Un minuto de silencio

Hoy no voy a escribir, quiero compartir con todos vosotros mi minuto de silencio más sentido para la entrada anterior que fue vilmente censurada…

Un minuto. 60 segundos.
59 segundos…(voz interior de narradora omnisciente :) ) "bueno, pues aquí estoy a las puertas del Consistorio en mi minuto de silencio pero, ¿para qué servirán realmente los minutos de silencio?, qué importante se nos ve cuando lo estamos llevando a cabo, y que serios y comprometidos, incluso sin llegar a conocer a la persona en cuestión. ¿Por qué se llamará "guardar un minuto de silencio"? ,¿dónde se guarda? yo guardo cosas en el bolso, no sé...maquillajes, drogas, dinero, condones, compresas, una escopeta recortá, porque hay mucha inseguridad ciudadana  y hay que protegerse, claro que of course ...parece que va a llover y yo sin paraguas, ¡anda, mira!, si está también Josefina, y que bolso lleva ella tan elegante en lentejuela y canutillo rosa, y se está sacando otro bolso de su interior, éste de leopardo, ¿habrá alguien más excesiva que Josefina?. ¡uy! a mi izquierda, no me había fijado, está Rafi Bunny, ¡qué ancha se ha puesto!, ¡qué estructura, por Dios!, normal después de que su marido la dejara por una travesti calva, la pobre. Oh! que dolor de vientre y que ansia me está dando, se me ha subido el liquidillo, qué inoportuno…y, ¡qué fresco!, alguien ha abierto una puerta, me pondré la rebeca. Pues aquí sigo en mi minuto de silencio, ¡anda! la hija de Juani también ha venido, ya de mocita no le habían salido los dientes, ahora estornuda y se le caen los puentes, ¡qué decadente!, su madre, eso si que era una diosa, vamos era la prototipa murciana de diva latina.  Pero bueno, si es mi minuto de silencio dedicado a la libertad de expresión, ¿por qué se me ha metido toda esta gente aquí? ¡ojú qué asco más grande!...¡¿y cuánto queda?! ah, cinco segundos. Se acabó. Voy al Mercadona”

Los aplausos.

Palabra de Triniti Graun

viernes, 12 de noviembre de 2010

Soy una esnob, no sé si ir de cóctel o de papeo

Mira, mira, ¡mira!, cómo avanza la sociedad y cómo retroceden los modales ¿y los modelos? De que sirve tener unos buenos si carecemos de los otros. Queridos escasos leyentes, hoy me siento indignada observando comportamientos soeces, ordinarios y groseros  (aunque depende con quien te juntes lo apropiado es ser soez, ordinaria  y/o grosera), porque todo depende de lo que entendamos cada uno por  “comportamiento fuera de lugar”. Lo “idóneo” no es siempre lo “adecuado”, y lo “inoportuno” a veces procede. No sé. Un lío. ¡Pero yo me entiendo! ¡claro que of course!.
Por ejemplo, tú no puedes estar en un cóctel –al que tanto tú lector como yo, estamos acostumbrados a ir-, por muy apropiado que sea tu atuendo, por muy italiano que sea tu moño, por muy mona que vayas en definitiva, y de pronto ver a una conocida al otro extremo de la sala, y empezar a gritar “¡eeeeeeeh!¡Mameeeen!”, rollo cumbres, mientras te pones a dar brincos y a mover los brazos como una náufraga, porque eso no es fino, ni es de recibo, ni es nada, ¡estás loca!. Eso es de serranas y de montañesas, de gente asilvestrada y sin modales.
Lo correcto, para contactar con tu amiga, sería echar mano del móvil, llamarla y concordar el encuentro mediante un discreto contacto visual, para lo cual puedes alzar la mano  no más allá de tu mejilla. Si no consigues darle un timbrado a su celular (me encanta esta frase de mi amigo Aximún Llomgueras), por falta de batería, cobertura, o tu amiga a cambiado de número, entonces lo elegante es renunciar a esa amiga para siempre. Es dramático lo sé, pero eso te permitirá hacer nuevas amistades. No hay mal que por bien no venga. Si, resignarse y olvidarla, porque se supone que ella está lejos y sería de mal gusto atravesar el local  sólo para saludarla. Además sería humillante, ¡qué lo atraviese ella! Hay que ser soberbia a veces. De todos modos si te ha visto y no se ha dirigido ella a ti…es que es poco amiga tuya  (o se comporta con más soberbia que tú). Te envidia , te odia y te obvia. O sea, ¡pasa de ella, tía, pasa de ella!
Pues bien, en estos actos sociales, donde vamos a estar de pie rodeados de un montón de panolis, dejándote ver y tomando algo, hay que tener muy en cuenta tu comportamiento, controlando cada uno de tus movimientos, pues a bien seguro serás objeto de la atención de…de alguien que casualmente pase la mirada perdida un segundo sobre ti, mientras realiza un barrido general en plan “¡cuánto personal, y qué gente más fea, por favor!”. O sea, alguien que se fije en ti… Ojo, pero ese alguien puede ser un jeque árabe con muchísimo dinero, o una petarda dispuesta criticarte, que es peor. El caso es que no te permitas ser tu misma, siempre hay que procurar parecer alguien muy chic.
En este tipo de reuniones, por experiencia, no es conveniente acabar muy borracha, subida en una mesa, con los zapatos en la mano, bailando como…como una borracha, claro, y amenazando con seguir quitándote ropa (y con vomitar), por mucho que Ava Gardner se empeñara en ponerlo de moda. Pero recuerda que ella, era conocida como “el animal más bello del mundo”, y probablemente tú no seas más que un “animal a secas”. Seguro que eres más bestia que bella, imagínate que eslogan más tremendo: “el animal más bestia del mundo”.
Tampoco es recomendable abalanzarse sobre las bandejas de canapés, como una ansiosa y muerta de hambre. Es mejor acudir a una fiesta…y abalanzarse sobre las bandejas como una ansiosa y una muerta de hambre, y ponerse fina de todo. Seguidamente podremos asistir a dos o tres fiestas más y quedar divinísima al rechazar la comida (que casi te sale por las orejas del primer atracón). Los que te vieron en la primera pensarán que eres una paleta, vale, pero serán más los que solo te habrán visto comportarte como una modelo anoréxica, y pensarán que tienes clase. Si alguno de los invitados  coincidió en ambas fiestas pensarán que ¡estás loca!…o que te dedicas a hacer lo mismo que él. No te preocupes, será vuestro secreto, de ambos.

Palabra de Trinity Graun

lunes, 18 de octubre de 2010

Si yo fuera pobre...

Mira, mira, ¡mira!, sé que much@s de vosotr@s tenéis una cultura audiovisual media y, en ocasiones una edad repugnantemente limitada también,  no recordaréis la única película –de mi época-, que me gustó “El violinista en el tejado de zinc caliente”, o algo así, allí Liz Taylor interpreta esa famosa canción “si yo fuera rica”. Bueno, pues este preámbulo es para justificar esta entrada y para aportar ideas a los menos favorecidos por la diosa fortuna.

Yo sé que a muchos les gustaría tener el estilo, la elegancia  y el glamour que tengo yo, os daré unas pautas para que, siendo pobres  consigáis vuestras metas.  Porque según la Convención de Ginebra, o de mi vecina de enfrente, no me acuerdo, “el estilo y la elegancia es un patrimonio universal”, no potestad de unos pocos. Lo que ocurre es que son muchos los llamados y pocos los elegidos, por decirlo de algún modo. O lo que es lo mismo: es más fácil que un pobre entre en el reino de aquello llamado glamour, a que un rico pase por el ojo de una aguja, o por el ojo de un camello, o al revés. O algo parecido. Bueno, un lío. Las metáforas no son mi fuerte. Lo mío son las paráfrasis, la sinonimia y la sinalefa. Ay, la lef...

Está claro que si se tiene dinero es más fácil vestir lujosamente, pero no se trata solo de eso, no, no, no. He podido comprobar como muchos mariquitas de la alta sociedad, podridos de dinero, sufren lo que la comunidad científica ha dado en llamar “ el Síndrome de la Niña Pastori”, es decir, que tienen tanta ropa…¡qué no saben que ponerse!, pero como se llevan tan mal unos con otros –y son tan soberbios y tan malas-, que no se les ocurre levantar el móvil para pedirse entre ellos el favor de que “les echen una mano”. Así se presentan luego por Torremolinos , más recargados que la fachada de un restaurante chino, porque no tienen criterio y no saben seleccionar . Ellos solo piensan –“¡qué se sepa que tengo esto! ¡y esto!, ¡y esto! ¡y también aquello!", y así van, como el perchero de una escuela en día de lluvia.

Asi que, querido amigo pobre, no se trata de comprarse mucha ropa, ni carisísima, ni contratar a un asesor. Claro que no. El estilo y la elegancia es algo que se lleva dentro, y da lo mismo la situación en que nos encontremos, por muy desfavorecida que sea , siempre podremos hacer denotar ese resorte interior que nos haga mostrar nuestro lado más fashion. ¡Claro que si!

Puede que una sortija de brillantes, o una gargantilla de brillantes, o un descapotable también de brillantes no esté al alcance de todos, pero algo tan vago y tan genérico como un ideal, no puede adquirirse en una tienda a cuarto y mitad, aunque justamente en eso se base nuestra sociedad  consumista en la que todo parece estar a la venta y todo parace poder comprarse, y si no, fijaros en e-bay, yo ya compro el pan todos los días por ahí –si, porque además de glamourosa soy muy snob, y me pongo continuamente a prueba-, esto es solo un inciso. Pues eso, que si no te llega para mucho, puedes emular  las costumbres de los ricos y vivir en una continua mentira absurda –a la que algunas estamos acostumbradas-, pero el tema es que termines por creértelo, y quienes te rodeen también.

A ver, los mendigos, se tapan con períodicos para sestear o dormitar por las noches, ¿por qué no lo hacen con un Vogue o con un Variety? ¿qué más les da?. Si estás cansado de comer espagueti siempre, date el trabajazo de pintarle dos ojos y tendrás la ilusión de que estás comiendo  angulas, pero abre las ventanas de par en par, para que los vecinos se mueran de envidia, y alzar un poco la voz -"Uhm!, ¡qué buenas están estas angulas tan caras que hemos comprado sin ser Navidad ni nada!". Ya puestos, pintar de naranja la pescadilla congelada, con una rociada de spray tendremos un salmón estupendo. Y es que el glamour es compatible con el pladul. Lo que pasa es que en estos tiempos que corren por mi España, y yo vuelvo a gritar aquella frase de mi amigo Unamuno "me duele España", hay pobres con auténtica cara de pobre, con ambición de penuria, aunque son necesarios en todos los estados democráticos, si no los hubiese, no podría haber ricos. Existen para el normal equilibrio de la sociedad, y el que diga lo contrario, por tanto, es un antisocial.

En resumen, el parecer rico puede limitarse simplemente a una pose. En este comportamiento claramente histérico reside la fórmula. La fórmula del éxito. La fórmula del glamour.


Palabra de Triniti Graun

miércoles, 13 de octubre de 2010

¿quieres ser mi fan?

Mira, mira, ¡Mira! Desde que años atrás apareciera aquel grupo de amigas chachi guay llamado Spice Girls, en el que una era deportista, la otra pija, la otra cañera, la otra más puta que las gallinas y otra iba de niña buena, ese grupo de amigas que no habían sido seleccionadas en un cásting para nada ni habían sido convenientemente caracterizadas, el mundo se ha transformado. Y esto no lo digo sólo porque desde que aquéllas dijeran que era una formación musical a pesar de que cantaban menos que un grillo mojao empezaran a salir grupos de cuatro o cinco pseudoadolescentes con los huevos negros por doquier, no. Lo digo porque se hizo patente con una intensidad inaudita el fenómeno fan, con hordas de tipos y tipas rasgándose las vestiduras, sufriendo desmayos y tirando bragas a la cara de sus ídolos. Como todo tiene repercusiones y consecuencias (incluso cuando te tocas), el mundo de las relaciones también ha sufrido su conveniente transformación.

Hoy en día, todo el mundo quiere tener un fan. Tener fans es guay. Y quien dice un fan, dice un club lleno de ellos. Seamos sinceros: a todo el mundo nos gusta sentir que alguien nos idolatra, nos quiere, nos sigue por todo el país, nos quiere llevar la mochila y darnos su bocadillo a la hora del recreo; tener a alguien entregadísimo dispuesto a hacernos la pelota y a morir por nuestros huesitos. Está claro que el humano, ese gran desconocido, se alimenta de la mirada de los demás y si los demás le miran con admiración su poll… que digaaa… su ego, eso es, su ego engorda, se hace grande.

Tontos no somos: a nadie le amarga un dulce. 

Operación Triunfo ha hecho mucho daño. Desde que la tele nos dijera que cualquiera de la calle podía ser cantante famoso y tener una ristra de locas histéricas a su alrededor, todo ha cambiado. La democratización de la fama ha conseguido que se establezca una competencia mariconil por obtener un mayor número de fieles seguidores. Cuánto más entregados son tus fans, más gorda la tienes… Lo tienes. El ego. Eso. Así que se trata de ir por la vida acumulando seguidores.

Pero veamos cómo se desarrolla el asunto, que seguro que os va a encantar. :)

Pongamos por caso que te gusta Pichupichi, que te encanta, vamos: te pone palote. Así que, como es natural, empiezas a tontear con Pichupichi; al principio de forma tímida, en plan putita fina, para comprobar cómo responde. Y resulta que Pichupichi responde adecuadamente a tus insinuaciones y te las devuelve. En el mundo de las personas normales, esto quiere decir que Pichupichi y tú os moláis un taco y que pronto estaréis arrancándoos los calzoncillos a bocaos en cualquier motel de carretera. Lo que pase después nadie lo sabe, excepto Esperanza Gracia y sus astros.

No obstante, en el maravilloso País de Nunca Jamás Conseguirás una Pareja Estable las cosas no son tan sencillas: que Pichupichi responda a tus insinuaciones con la misma moneda no quiere decir que tú le pongas a él del mismo modo que él te pone a ti. Y resulta que tú le propones a Pichupichi quedar (es normal, lo de tirarte a alguien a distancia no mola o mola, pero por un periodo de tiempo corto). Y resulta que Pichupichi no puede esa semana porque tiene que practicarse un estiramiento de ojete (una operación supercomplicada). La semana siguiente le vuelves a proponer quedar, pero tampoco puede. Y a la siguiente tampoco. Y así es como Pichupichi te va dando largas mediante estudiadas excusas (como que tiene un padrastro en el dedo gordo de la mano izquierda que le impide salir a la calle o que tiene que observar cómo germina una semilla de nabo que ha plantado en el balcón de su casa). 

Llegados a cierto punto, completamente desconcertado, vas y le dices a Pichupichi muy claramente:
-Oye, Pichu, es que tú a mí me molas. ¿Yo te molo a ti?
Y él contesta más ancho que Pancho:
-En este momento no. Pero quién sabe en el futuro.

Tooooomaaaa… A esto se le llama dejar la puerta abierta. O lo que es lo mismo: creer que el sujeto que sea es tontolculo y mantenerlo como fan. Te has convertido en lo que se denomina un Paluego. Pichupichi te deja ahí, en stand by, y ya si eso otro día te sigue el rollo (haciéndote sentir siempre, clarostá, que tú eres el que está hipernecesitado de su atención y que te puedes dar con un canto en los dientes si te mira sin vomitar). No es que en el futuro Pichupichi se vaya a despertar una mañana pensando en que te va a poner un piso en Sitges porque, de repente, a las cuatro de la mañana, Cupido ha entrado y le ha clavado un dildo en la frente (el dildo del amor por ti). No. Lo que le pasa a Pichupichi es que le encanta gustarte porque se sube la autoestima a tu costa. Eso es, se le engorda la polla cuando habla contigo porque sabe que te mola y dilatas más que una embarazada a punto de dar a luz.

Y es que hoy en día lo de cerrar puertas no se lleva. Por eso, los messengers, los tuentis, los facebooks y las agendas de los móviles se convierten en una especie de nevera de maricones en las que los mariquitusos se amontonan y uno va escogiendo lo que más le apetece según el día. Es decir, no me gustas una mierda pero lo mismo mañana me levanto con la moral por los suelos y te abro ventana solo para que me recuerdes lo estupendo que soy. Y no, mi vida, no es que quiera follar contigo en ningún momento, así que ya puedes dejar de hacerte ilusiones y utilizar el lubricante para engrasar la cadena de tu bici.

Dejar la puerta abierta y sumar fans es todo un arte y hay múltiples manera de llevarlo a cabo. Entre las estrategias más utilizadas, tenemos las siguientes (os expongo las más usadas para que os sirvan para identificar a los triunfitos):

-Estoy en un momento complicado de mi vida. Y, claro, ahora mismo no puedo pensar en nadie. Pero todo el mundo sabe que los momentos complicados pasan, así que lo mismo en unos días se me quita esta cara de gilipollas y entonces te hago caso porque la cuestión es que me encantas. Es una pena que no nos hayamos conocido en otro momento. No, no quiero que me esperes; sólo que estés ahí cada vez que se me encone un pelo del escroto.

-Ahora mismo no me encuentro preparado para una relación. Y, claro, no voy a follar contigo, porque tú me gustas para algo más serio (aquí las bragas se te bajan hasta los tobillos). Follar ya follo con otros: con tu amigo, con el amigo de tu amigo, con el portero, con el charcutero, con tu hermano, con tu padre, con aquel de allí, con el camarero del bar… A ti mejor te dejo para el futuro, para presentarte a mi madre y que tengamos ciento cincuenta y siete hijos en una cabaña junto al lago.

-Tú me gustas mucho y quiero conocerte mejor antes de tener nada contigo para no hacerte daño. Y como quiero conocerte mejor, nunca me decido a quedar contigo, no te pregunto nada de tu vida, no me interesa una mierda lo que me cuentas y dejo que seas tú el que inicie tooooodas las conversaciones que mantenemos. Eso sí, cada conversación girará, necesariamente, en torno a hablar de lo guay que soy. Todo el mundo sabe que lo mejor para conocer más profundamente a una persona es animarla a que te diga todo el tiempo lo mucho que le gustas.

Por eso, mi vida, cuando conozcas a un maricón cuya única pretensión es calentarte la entrepierna para que le hagas la ola cada vez que hablas con él sin intención alguna de hacer realidad tus fantasías más tórridas, dale una patada en el culo y que pase el siguiente. Que otra cosa no, pero cada día hay más maricones fuera del armario.

Y quien quiera un club de fans que, al menos, le ponga empeño y haga algo memorable, como enseñar una teta en televisión a lo Sabrina o sacar un disco de technorancheras.

Ay, señor, cuándo aprenderemos que el mundo no gira alrededor de nuestra polla y que los otros maricones no son genios de la lámpara dispuestos a satisfacer nuestros deseos…

Palabras de Triniti Graun y del Paper

domingo, 12 de septiembre de 2010

Cherchez la femme

Mira, mira, ¡mira!. ¡Quiero un hombre, pero de verdad!, y empiezo a tomarla con todas las revistas de moda, por no decir con los grandes creadores –aunque a algunos hay que admirar su talento, porque hay cabroncetes muy inteligentes-, pero la sociedad va encaminada a sacar al hombre cada vez más femenino.
Esta mañana hojeando las revistas y los suplementos dominicales, he podido apreciar, algo evidente en los últimos tiempos, a un hombre cada vez más ambiguo, alterando los cánones tradicionales. Cuántos hombres se habrán encontrado un tanto frustrados intentándose parecer a Daniel Craig y de pronto, ¡zas!, en to la boca, a la hora del colacao y los crispis abres el hola y ves un anuncio de perfumes donde aparece un marinerito imberbe con camisetas a rayas y gorrito blanco, y unos morritos fruncidos, con una cara de guarrindonga que pa que, parece más bien que ha venido de hacerse una chapa…y una se desorienta, claro está.
No puede ser. Es mi mente enferma. Pura casualidad. Pero no. Sigues hojeando, y ves como toda la publicidad es idéntica: Calvin Klein ofreciéndonos un efebo con camisa rosa abierto de patas en una ventana; Prada y un rubito estrechín con una mano en la cadera y otra acariciándose el pelo; Roberto Verino, un tio desnudo con barba de moderna recostado lánguido en plan, “aquí te espero Manolo”; Dolce Gabanna, con un par de ejemplares andróginos de líneas rectas y cabellos lacios que tardas diez minutos en averiguar por dónde dan y por dónde toman…
Y entre tanta pasta flora y galletitas Fontaneda, vas leyendo el suplemento, donde se cuenta que los principales consumidores de moda son las mujeres (todas menos yo, que siempre me ponen lo mismo para el anuncio), y los homosexuales, que entre varones europeos el consumo medio de los homosexuales es mayor al de los heterosexuales, y que según los sociólogos, psicólogos, e incluso tocólogos, la imagen del hombre demasiado masculino es políticamente incorrecta y negativa. Toda una demagogia en el que vive el especialista del camelo. El problema es que tu vayas y te lo creas.
Y viene el problema de los machitos. Yo tengo un vecino muy varonil que me dijo una mañana “Marí, hoy me he vestido de maricón para no parecer un cerdo machista”, y desde entonces deja de peinarse a lo Manolo Escobar, tirando las camisas modelo Chiquito, y aderezándose con el look más actual, para ir al bar de Lola (el de siempre), se apoye con el cigarrillo en alto, pida un vino dulce para bebérselo en plan sensible y acariciándose el mentón a esto que mi amiga Lola, que tiene una foto de Harrison Ford junto a la caja registradora, le mire muy seria y despacio, y luego le pregunte : "¿tu te has vuelto gilipollas o qué?”.

Palabra de Triniti Graun.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mira, mira, mira

A ver, tranquilidad. Todos juntos. Vamos para adentro. Pero de uno en uno. ¡Dejad de meteros mano!, ya sabía yo que la idea de la fila india no era adecuada, y además sabiendo lo que le gusta a más de uno/a jugar al trenecito. Echad un vistazo. ¿Os gusta? Es mi nueva casa virtual. Me he cambiado de vecindad, ahora estoy en el barrio de blogspot, en un duplex. Espero, al menos, terminar decentemente esta entrada.

¿Comenzamos?

Me subieron en un coche con los ojos vendados. El contacto era un viejo músico….¡venga yaaaa!

En realidad no sabría como empezar a escribir esta primera entrada del blog y. sin embargo, ya llevo tres párrafos con una gran profundidad léxica, pero antes de continuar, quiero dedicar el Premio Planeta a mi familia y a mi novio, ese maromo torsístico que me acompaña hoy en esta presentación…ah, no! Que no tengo novio, ¡qué mala suerte!, me quedaré con el Premio, que se le va a hacer.

Tenía ilusión por abrir un blog y escribir, como buena moderna, pero, ¿por qué no por Wordpress o myspace?, o ¿por qué no me hice un twitter o un piercing? No sé por qué… dejad de preguntar, ¡coño!, que así no se puede escribir. Vale. Escuchemos la voz, de la Super-reflexión. Hace mucho mucho tiempo (voz de narrador espontánea), cuando yo era algo menos inteligente, algo más inocente, algo menos interesante, algo más macarra que ahora pero con menos años, decidí abrirme un fotolog. Sin duda alguna, fue una gran decisión. A través del maravilloso mundo fotologueril tuve la oportunidad de desarrollar una vida virtual que pronto se trasladó a la realidad más tangible, al hecho de conocer personas, establecer relaciones, encontrar afinidades, sorprenderme y también, por qué no decirlo, decepcionarme. Porque Internet, es como cualquier otro ámbito de socialización, encuentras de todo y te puede salir bien o mal. Estoy cansad@ de la gente que afirma con desprecio que por Internet nada es real y que no te puedes fiar, como si en la vida cara a cara esto no sucediera, como si cuando conoces a la gente en un bar, en una discoteca, en el ascensor o en la cola del supermercado no pudieras encontrar ocasiones para desilusionarte, desengañarte, decepcionarte y sufrir (yo sufro porque no tengo ascensor, básicamente), pero creo que puedo mirar con la perspectiva suficiente como para decir a boca llena que los momentos buenos, lo bueno que he conocido, ha superado con creces a lo malo.

Y, ¿por qué este nombre y no otro? Pues como muchos de vosotros hacéis, mis queridas mariconas, entré en un chat para buscar a un naked chest joven y cercano, aunque el aburrimiento y hastío me llevó hasta un chat de Logroño, para terminar hablando con un señor de 66 años al que le encantaban las galletas de Cuétara con salsa rosa, como podéis imaginar no me comí nada esa noche (en el buen sentido, claro, aunque en el malo, también), pero sin duda me hizo reír su conversación frívola y desinteresada, así que, jubilado de Logroño, ¡va por ti!

Palabra de Triniti Graun.
Siempre Paper…